OBRA
A la deriva… , libro de artista-2015-Luis F. Gallardo
Una característica sustantiva de la modernidad -en lo que corresponde a la manifestaciones o movilizaciones humanas, – es que éstas en muchos de los casos se despojan del deseo o voluntad divina que se encuentra en las religiones o visiones mesiánicas. La convocatoria masiva de personas se finca ya en sus propios intereses y necesidades. La subsistencia, la voluntad colectiva e individual de alcanzar un mejor estado de vida, movilizan entonces hacia el acceso al trabajo o el reclamo por la educación, la justicia o los servicios. Estos son ahora los grandes motores de las convocatorias masivas y su movilización.
Existe otro motor, de igual o mayor fuerza, que impulsa la conjunción de voluntades humanas: la migración. Este evento, el de aventurarse a un nuevo territorio, nace en muchos casos del rompimiento de lo cotidíano. Las guerras, los conflictos y el enfrentamiento son, en este caso, otras condiciones que dan paso al desplazamiento y el exilio, condición que distante de la expectación, está siempre cubierta de pena y desesperanza.
PDNo es de extrañar que a quienes reflexionan sobre el devenir humano -y qué es, – estas grandes reuniones y movilizaciones les fascinen y puedan, en diversas ocasiones, transformarse en eje temático de sus procesos creativos. Tal es el caso de la pieza desarrollada por Magdalena Martínez Franco que lleva por título A la deriva… y que se presentó el pasado mes de noviembre en el marco de Foto 13, Festival de la Imagen en la ciudad de Tlaxcala.
La pieza es un conjunto de 8 imágenes (fotocomposiciones) creadas en un formato circular, impresas todas en un sólo lienzo de lona. La distribución horizontal y simétrica de éstas imágenes, obliga al espectador a observar una secuencia de claraboyas en la que elementos comunes confluyen. Un frágil barco de papel navega con aparente tranquilidad en una corriente que se descubre rápidamente como un caudal humano, navegan pues en ríos de gente. Estas imágenes, a primera vista, parecerían encajar en una construcción lúdica -casi infantil- en la simplicidad de la embarcación-papirola. Sin embargo, en el encuadre subsiste cierta incomodidad, acaso una condición recurrente e indispensable en el arte de nuestros tiempos. El formato no sólo es una ventana, es la mirilla de un catalejo o quizás de un arma que señala y vulnera el hecho. Este planteamiento logra generar en el conjunto de la obra, cierto grado de sutil inestabilidad. Nos compromete en la mirada y nos aleja de la comodidad neutra del formalismo narrativo. La mirilla que devela la frágil presencia de la embarcación de papel, busca interrogar, al miso tiempo que delata. Esta inestable ambivalencia es una constante del trabajo de Martínez Franco.
La migración es o podría ser para nuestra artista un hecho esperanzador. Sin embargo, es también, un proceso de pérdida, de fractura y exilio. El destino final del migrante pasa por una profunda incertidumbre que constituye la posibilidad de reconocerse como un inmigrante en construcción. Una tenue línea que la autora traza a manera de invitación para que el espectador cree su propio significado, el cual, como la realidad, recorre múltiples sentidos.
Luis Francisco Gallardo