OBRA

Del pantone al pixel

Video, 1’ 36” (2005)

En la época del software para reconocimiento de rostros, la imagen digital reduce nuestra identidad a una cierta conformación de pixeles para autentificarnos, acreditarnos o también, alienarnos. Nuestro ser y nuestra palabra tienen menos valor que el conjunto de pixeles que constituyen este tipo de registros: el rostro acaba siendo una combinación binaria cuantificable y categorizable. Esta pieza toma como punto de partida la estructura de la imagen digital. En ella, esas unidades mínimas que llamamos pixeles conforman el todo, la imagen. Aquí el rostro es deconstruido hasta su mínima expresión, el pixel, como un cuestionamiento de lo que la codificación de la imagen digital significa.